He pagado previamente la módica suma de 95 colones al encargado del internet café. Trataré de ser breve pues tan frugal pago basta únicamente para 15 minutos (de los cuales ya gasté 7:56 porque el servidor me obligo a realizar cierto trámite). Hoy la noche está muy fría y algo me falta. No sé. A lo mejor en las arrugas de este papel olvidado me falta un renglón donde se escape una mujer, o me falta quizás unos pesos en el bolsillo, o me falta un sitio donde acepten tarjetas de cesantía. He caminado por las calles, en el centro de esta ciudad marchita donde no crecen ni manos ni flores en las tumbas ambulantes de la basura. He caminado hasta que di nuevamente con mi cara en el monitor de una computadora alquilada, y no sé, pero el sabor de esta noche con estrellas y sobresaltos me genera hastío y múltiples ausencias que solo saben bien cuando se acompañan de un trago. Debo apurarme y no sé que más decir. Ya sé: algo me falta. Bueno, eso ya lo dije pero creo que a todos, de un modo o de otro, nos falta algo. A muchos les falta un ascenso y a otros un televisor (acaso un ipod), a algunos les falta una mano o unos labios plegados en silencio y a mi me falta algo que tiene cara de fruta o semilla pretenciosa. De eso estoy seguro. Ha de cultivarse en cierto lugar donde mi pasaporte ya no sirve. A lo mejor me piden visa y mi rostro mojado les evoca algo de inmigrantes ilegales y madres abandonadas a su suerte de palomas. Ya trasncurrieron 15 minutos y el hombre gordo del internet café me lo indicó con una gentileza sospechosa. De pronto acabo de recordar ese modo torpe con el que me contagié de júbilo mientras veía dos adolescentes góticos, envueltos en su negrura y su abrazo de gárgola criolla. Estaban postrados frente a las Ruinas como emparchando un remiendo antiguo, un remiendo donde repararon una fuga de años, de sotanas y siglos llenos de polvo. Ya van 20 minutos y el desfase entre las ideas, los latidos, los segundos y mis posibles salarios de veintiseisañero empiezan a constitruir una amenaza. Ya no sé si esto que digo realmente era necesario. No sé si hace falta. No sé si por lo menos cuando sueñe lograré soñar con una fruta o con algo que me abandona y que me hace falta desde el escaparate de un mes y una semana. Otyro sujeto ha dicho: me voy. Yo también. A lo mejor mañana es un mejor día y si no tal vez pasado mañana. Me voy con una deuda de 12 minutos.