jueves, marzo 29, 2007

El Terror de los Amarraperros


Su nombre es Alvaro Oviedo, y su misión: Cobrarle a los mala paga además de pegarles el color de "amarra-perros" (jalen huesossss!). En compañía de su fiel compañero Dinamita (un perro inflable) y con más de 10 años de experiencia, ubica a aquellas personas que tengan cuentas pendientes con sus clientes y se para frente a sus lugares de trabajo u hogares hasta que le cancelen las deudas. El se hace de el 10% de la deuda más viáticos. Cualquier información puede localizarlo al 333- 5429.
Ahora sí, cuidado más de uno por ahí!!

|

lunes, marzo 19, 2007

Diccionario de la Fatal Academia de la Lengua Cherac Parte 4 / Que alguien nos explique!!

El siguiente es un extracto de una breve plática que mantuvimos un buen amigo de todos conocido y este servidor. Luego de un rato de breves descripciones de lo hecho el fin de semana, me vi completamente extraviado del hilo de la conversación al leer lo que a continuación presentamos:

"Pero no valia nada iba de hecho asustado despues que la deje de chocar, por casi como en automatico."

(*) El contenido fue modificado sólo con el fin de mantener la privacidad de lo conversado previamente, pero el Walrus está intacto.

|

viernes, marzo 16, 2007

No se... (II parte, sin plata para la puntuación )

Una vez agotadas todas las expectativas del mediodía de tus ojos sentí como la necesidad de un mapa capaz de guiarme fuera del abismo aunque todo intento cartográfico sea una tenue y cuadriculada estafa y sentí como una necesidad de romper las gotas de ese tiempo que se derrama a centímetros una y otra vez sobre los sitios por donde caminaste y en los acentos prosódicos de esas palabras que me dijiste casi psicodélicamente a la par de mis servilleteros amarillos y en mis uñas sentí también el peso de tus párpados y tus pupilas fatigadas de tanta sombra y un nudo tan parecido a una palabra y las calles donde estás sin hacérmelo saber y las tardes cuando el sol persiste en derramarse con su postrero suspiro y desgajarse al principio de tus ojos en una mariposa llena de luz y en un durazno sentí como un majadero impulso adjetivizado en cierta sombra en una cara parecida a la tuya en un sinsabor sentí la desesperación del mundo el capitalismo el triunfo de un mercachifle parlanchín y las mañanas caídas a pedazos sobre la palma de mi mano tan falta de vos y todo eso ocurrió mientras el mediodía de tus ojos daba paso a una tarde con frío y entonces yo pensaba en la indecible sensación de alivio que en ciertas noches impares me produjo tu aliento frutoso como una cerveza belga y pensaba sin más en los arcoiris estropeados encima de los calcetines de un niño pobre y pensaba en esas muchachas lindas que de vez en vez se pintan la sonrisa como en un arranque de placer por eso me daba un poco miedo el recuerdo de cosas tontas porque súbitamente me veía lanzado con un barquero ciego al mar de las armadas invencibles donde tus labios constituyen el único escenario en el que siempre pierdo una batalla o una promesa y a lo mejor me daba por querer llamarte aunque el teléfono persista en marchitarse con la metafísica del silencio y con absurdos y con llamadas indeseables porque hoy la doctora me preguntó cuándo fue la última vez que usé un condón
|

lunes, marzo 05, 2007

No sé...

He pagado previamente la módica suma de 95 colones al encargado del internet café. Trataré de ser breve pues tan frugal pago basta únicamente para 15 minutos (de los cuales ya gasté 7:56 porque el servidor me obligo a realizar cierto trámite). Hoy la noche está muy fría y algo me falta. No sé. A lo mejor en las arrugas de este papel olvidado me falta un renglón donde se escape una mujer, o me falta quizás unos pesos en el bolsillo, o me falta un sitio donde acepten tarjetas de cesantía. He caminado por las calles, en el centro de esta ciudad marchita donde no crecen ni manos ni flores en las tumbas ambulantes de la basura. He caminado hasta que di nuevamente con mi cara en el monitor de una computadora alquilada, y no sé, pero el sabor de esta noche con estrellas y sobresaltos me genera hastío y múltiples ausencias que solo saben bien cuando se acompañan de un trago. Debo apurarme y no sé que más decir. Ya sé: algo me falta. Bueno, eso ya lo dije pero creo que a todos, de un modo o de otro, nos falta algo. A muchos les falta un ascenso y a otros un televisor (acaso un ipod), a algunos les falta una mano o unos labios plegados en silencio y a mi me falta algo que tiene cara de fruta o semilla pretenciosa. De eso estoy seguro. Ha de cultivarse en cierto lugar donde mi pasaporte ya no sirve. A lo mejor me piden visa y mi rostro mojado les evoca algo de inmigrantes ilegales y madres abandonadas a su suerte de palomas. Ya trasncurrieron 15 minutos y el hombre gordo del internet café me lo indicó con una gentileza sospechosa. De pronto acabo de recordar ese modo torpe con el que me contagié de júbilo mientras veía dos adolescentes góticos, envueltos en su negrura y su abrazo de gárgola criolla. Estaban postrados frente a las Ruinas como emparchando un remiendo antiguo, un remiendo donde repararon una fuga de años, de sotanas y siglos llenos de polvo. Ya van 20 minutos y el desfase entre las ideas, los latidos, los segundos y mis posibles salarios de veintiseisañero empiezan a constitruir una amenaza. Ya no sé si esto que digo realmente era necesario. No sé si hace falta. No sé si por lo menos cuando sueñe lograré soñar con una fruta o con algo que me abandona y que me hace falta desde el escaparate de un mes y una semana. Otyro sujeto ha dicho: me voy. Yo también. A lo mejor mañana es un mejor día y si no tal vez pasado mañana. Me voy con una deuda de 12 minutos.
|