Acerca de los miserables refraneros
Seré breve. ¡Refraneros del mundo! Se han puesto a pensar alguna vez que hay muchos a quienes no nos interesan los umbrales. A mi no me importa que se abran 1000 puertas cuando se cierra una. Yo quería la que se erró. Es más, siempre la quiero. Acabo de contar 729 chirridos de bisagras y goznes poco memoriosos. No me importa porque yo quiero la puerta que se cerró. ¡Refraneros del mundo! No se dan cuenta que existe gente como yo: obcecada, pertinaz, tozuda, necia, que nunca se alegrará por mil cerrojos o mil sonrisas verticales. Ya somos bastantes los que esperamos en cierto umbral donde se cierran las puertas más amables. ¡Refraneros del mundo! Cuando los hallemos lo lamentarán. Siguen sonando chirridos. Van 730. Mejor trato de dormir con aquello de que cuando el río suena multiplique el cuadrado de la mesa por un oro languido.
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