sábado, noviembre 10, 2007

Alegato contra la laboriosidad: una aproximación cuántica de la holgazanería

Nadar es hacer nada, construir nada. El lenguaje precede a la existencia y por eso no importa que algunos digan que cuando nadan hacen movimientos definidos en el agua que permiten una locomoción, más o menos, efectiva. Nadar es ejecutar una acción que se relaciona, únicamente, con la fabricación de nadas. Las nadas existen a pesar de que otros les apliquen la etiqueta de seudo ideas. El lenguaje es el doble del universo porque contempla las nadas correspondientes a cada uno de nuestros algos. Este frágil equilibrio cósmico a veces se rompe, por lo general, en favor de los réditos de los algos (se dice que es culpa de la laboriosidad alemana). De ahí que la labor de los nadadores resulte tan imperativa. Cuando el resultado que arroja el inventario cósmico indica que hay más réditos del lado de los algos, es preciso fabricar nadas a la mayor brevedad, pues de lo contrario se corre el riesgo de desatar un cataclismo que tiene que ver con la posibilidad de una rotura cósmica (debido al excedente de peso, naturalmente). Como las nadas no tienen masa (no pesan), las raras veces en las que ofrecen excedentes no constituyen peligro alguno. Por eso, señores, es más valioso y más meritorio no ir al trabajo e ir a nadar o, simplemente, quedarse en la playa y hacer nada. No vaya a ser que la moralidad y el mito de los trabajadores honrados nos hagan desencadenar una tragedia cósmica.
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