Escrito de un golpe luego de un paseo por Chepe
Y cuando las sorpresas se quedan a la vuelta de la esquina y cuando una gorda decadente se conmueve y tararea “Un minuto de tu amor” y Lucho Muñoz el de Los Galos ya no canta y cuando se te apretuja algo que no es precisamente una resaca acumulada en varias decenas de días y se te apretujan otras cosas menos previsibles y a uno se le antoja postularse como candidato de la próxima promoción de TV Ofertas de tan inútil y hasta se te ocurre un eslogan publicitario de impacto algo así como un AB fláccido o un masturbador incansable o un conversador denodado o una zalagarda de frustración que de nuevo no tiene un cinco para la puntuación o un nuevo promotor de Tencha y de repente algo así como el espíritu navideño te dice que no hay más y que ya ni siquiera pagándole misitas a San Francisco aunque seas ateo y tengás una mamá que persiste en prodigar novenas a cuanto santo exista y se destiñe de tan beata y hasta considerás ir a tocarle el pescado al farsante de San Rafael y de pronto te ves al espejo y decís “puta si yo no soy tan feo” y de luego el paroxismo de una discoteca o cualquier viernes por la noche te recuerda que ya no suena la música de tus días más dulces y uno dice “digo” y seguís con tu marcha derrotista a posteriori y a priori y a cuanto término en latín se te ocurra anexar para sonar pretensiosamente ridículo aunque no sepás una palabra de latín ni de francés y nunca hayás hecho caso de esos mormones disfrazados de filantropía secular uno de esos rubios impecables que a lo mejor ahora se acuesta con tu mujer o con quien sabe que otra tipa que alguna vez viste en la calle y te gustó y con quien te figuraste desayunos compartidos a la puerta de quien sabe qué desmayo y no entendás luego ese San José que amanece como una interpelación de asfalto y caminás solo hecho un nudo con la tentación de meterse a una cantina y acabarse el hígado de una vez por todas porque las sorpresas se quedaron presas en los escaparates de Multiplaza o Terra-Mall y el bus atorado en una presa muy similar a las presas que te aquejan y decís “hoy me animo” y al final acabás de nuevo en el Internet Café de por tu casa tratando de hacer un poquito comunicable esta soledad de mierda y procurando derrumbar el nuevo karaoke que pusieron en la esquina y que toda noche te recuerda que tal vez si se puede ser feliz aunque nunca fuiste skate y aunque existan mujeres embarazadas que también insinúan que otros la pasaron bien
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