lunes, diciembre 26, 2005

La mujer de papel

La encontré llorando infatigablemente en un parque. Se escondía debajo de un banco y al fondo un tipo sospechoso lanzaba monedas a los basureros. Yo caminaba a casa de mi novia, rumbo a Palacetes, y me topé con ella en el Parque Vázquez Ruiz. Con el rostro compungido, embargado de tristeza, la mujer de papel de tanto abatimiento parecía un bodoque. Cuando la vi la levanté del suelo y la extendí no sin eliminar las notables arrugas. Advertí que una de sus esquinas se encontraba rota. Vaya si es conmovedora la escena de una mujer de papel triste: sus lágrimas se escapaban por la esquina rota en forma de renglones. Tomé un lápiz e hice un dibujo en ella. No conseguí sanarle. Escribí versos en ella. No conseguí sanarle. Fabriqué un barquito de papel con ella. No conseguí sanarle. Envolví un caramelo con ella. No conseguí sanarle. Resolví prenderle fuego y pisotear sus cenizas y, cosa sorprendente, no conseguí sanarle. Supe luego que un tipo sospechoso que lanzaba monedas a los basureros se comió sus restos. Tampoco consiguió sanarle.
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